Hace algunos años, tuve la responsabilidad de coordinar la red de museos universitarios, bajo la entonces llamada Dirección de Patrimonio Cultural Universitario. En ese momento, cargaba con una inquietud que me acompañaba desde hacía al menos cinco años: ¿cómo diseñar un sistema de comunicación visual que reflejara la identidad del espacio y, al mismo tiempo, dialogara con las necesidades de públicos diversos?
Sabíamos que nuestro público más constante era el adulto mayor. No era casualidad: gran parte del acervo reunía obras de artistas nacidos hacía más de un siglo. Pero la pregunta era: ¿por qué no llegábamos a un público más joven, especialmente estudiantes universitarios e investigadores emergentes?




Para entender el problema, realizamos un breve diagnóstico. Preguntamos en un radio de cinco cuadras si la gente sabía que había un museo en la zona. La mayoría no lo sabía. El edificio no tenía rotulación exterior —había sido retirada hacía años para restauración—, y aunque una parada de autobús estaba justo al frente, ni los transeúntes ni los usuarios habituales tenían idea de que dentro existían más de diez salas de exhibición. Esta desconexión confirma lo que George Hein (2000) advierte sobre los museos contemporáneos: si no integran sus discursos con los lenguajes de su tiempo, se vuelven invisibles para sus comunidades.
- Nadie sabía que el inmueble albergaba más de 10 salas.
- No tenía nombre visible: el rótulo había sido retirado años atrás.
- Aunque había una parada de autobús justo enfrente, no existía señalética
1. Colores
Frente a esto, nos propusimos crear una identidad visual integral que ayudara a resignificar el museo desde su arquitectura, sus colores, y su historia. El primer paso fue observar el espacio mismo.
- La fachada de lo que la comunidad conocía como Casa Colorada —antiguamente Casa del Piano— era de un rojo ladrillo terroso, cálido, y presente también en los pasillos interiores.
- El color ocre, por su parte, dominaba tanto los muros de exhibición como el emblemático Patio del Mango. Al seleccionar la paleta cromática del sistema visual, decidimos que fuera cálida pero con carácter: una elección que no solo respondía a lo estético, sino que —como afirmaba Johannes Itten (1961)— tenía un propósito emocional, ya que “el color actúa directamente sobre el alma; el color es la tecla, el ojo el martillo, el alma el piano”.
2. Elementos auxiliares: Arcos
A esa paleta se sumó un elemento fundamental del diseño: los arcos arquitectónicos. Rediseñados por el arquitecto Gonzalo Villa Chávez, los arcos están por todo el recorrido museístico, más de quince en total. Decidimos convertirlos en un motivo gráfico identitario, incorporándolos en materiales impresos, señalética y publicaciones digitales. Esta decisión se apoyaba en lo que Eilean Hooper-Greenhill (2007) llama el “discurso implícito de la arquitectura”, ya que los espacios no son neutros: “el museo también comunica desde sus formas, sus ritmos y sus proporciones”.
Incorporarlos como elemento gráfico en señalética, banners y redes sociales no solo reforzaba la identidad, sino que también generaba una narrativa visual reconocible. Como afirma Hooper-Greenhill (2007), “la arquitectura del museo también comunica valores y sentidos; es parte del mensaje curatorial”.


3. Tipografía
La elección tipográfica también fue elemental. Queríamos transmitir un mensaje que hablara de historia y elegancia, sin perder conexión con lo contemporáneo. Por ello combinamos tipografías con serifas inspiradas en Didot para títulos institucionales, con sans serif condensadas para cuerpos informativos. Esta mezcla intencional permitía crear contrastes visuales que facilitaran la lectura y dotaran de personalidad al contenido. Como bien explica Ellen Lupton (2010), “la tipografía es más que forma: es el tono de voz de una institución”.
Para transmitir artistas clásicos sin rigidez, decidimos trabajar con una combinación tipográfica:
- Serifas elegantes (inspiradas en Didot) para títulos, que evocaban el legado histórico.
- Sans serif condensadas y limpias para los textos informativos, que ofrecían legibilidad y modernidad.
Esta combinación seguía el principio de dualidad comunicativa: evocar la tradición y, al mismo tiempo, hablarle al presente. Según Lupton (2010), “la tipografía es arquitectura del lenguaje. Elegir tipos es elegir el tono de voz de una institución”.





Con este rediseño visual, no solo generamos una nueva imagen gráfica: creamos una narrativa visual que transformó la percepción del espacio. A partir de ahí, muchos visitantes —jóvenes, docentes, curiosos— comenzaron a descubrir el valor que antes pasaba desapercibido. Lo que alguna vez fue un museo oculto a simple vista, hoy se presenta como una propuesta activa y coherente con su entorno.
Y es que, como plantea Susan M. Pearce (1992), los museos son construcciones simbólicas tanto como físicas. Preservan objetos, sí, pero sobre todo conservan las relaciones entre la gente y su cultura. Diseñar comunicación visual para un museo es, en última instancia, un acto de mediación: una manera de decir “esto también te pertenece”.
Más allá del resultado gráfico, este rediseño fue una herramienta para revincular el museo con su comunidad. Diseñar un sistema visual no es solo estética: es una estrategia cultural. Es activar la memoria del lugar, resignificar su presencia en el espacio urbano y generar nuevas conexiones emocionales con el público.
¿Tienes un espacio cultural que necesita conectar con nuevos públicos?
Revisar su identidad visual puede ser el primer paso. Escríbeme si quieres compartir tu experiencia o comenzar tu propia transformación.





Referencias
- Hein, G. E. (2000). Learning in the Museum. Routledge.
- Hooper-Greenhill, E. (2007). Museums and Education: Purpose, Pedagogy, Performance. Routledge.
- Itten, J. (1961). The Art of Color. Van Nostrand Reinhold.
- Lupton, E. (2010). Thinking with Type: A Critical Guide for Designers, Writers, Editors, & Students. Princeton Architectural Press.
- Pearce, S. M. (1992). Museums, Objects and Collections: A Cultural Study. Smithsonian Institution Press.

Dejar un comentario