El video “Sobreviví 100 horas dentro de un templo antiguo” no es solo un contenido viral más: es una clase magistral de cómo se gana el juego de la atención global. MrBeast, el youtuber más poderoso del planeta, vino a México, grabó en zonas arqueológicas protegidas como Calakmul, Chichén Itzá y Balamcanché, y se fue con millones de vistas y dólares en el bolsillo. Mientras tanto, nuestras instituciones culturales quedaron atrapadas en su propia burocracia, haciendo control de daños… después del incendio.

El problema no es el video: es que todo fue legal. El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) confirmó que MrBeast tenía los permisos en regla, otorgados por la Secretaría de Turismo y autoridades estatales (El País, 2025). El INAH incluso aclaró que algunas escenas fueron dramatizadas en edición, que nunca se durmió en la zona arqueológica, y que el uso de drones fue autorizado. Todo, técnicamente, en orden.
Pero ahora, cuando el escándalo está encendido y la prensa exige explicaciones, la Secretaría de Cultura —encabezada por Claudia Curiel de Icaza— dice que no está de acuerdo con el resultado y que se investigarán sanciones (La Jornada, 2025). Como si no hubieran tenido tiempo, herramientas o asesoría para prever lo que se venía. Como si el guion no fuera predecible viniendo del creador de contenido más grande de YouTube.
Lo que verdaderamente duele es que se les fue de las manos. No solo no cobraron bien. No solo no leyeron las letras pequeñas. Le dieron acceso a espacios sagrados del patrimonio mexicano sin exigir revisar el video final, sin cláusulas claras, sin estrategia institucional. Y ahora quieren sacar algo más de lo que dejaron ir.

La narrativa oficial se está cayendo a pedazos. El director del INAH, Diego Prieto, admitió que el guion no fue aprobado por completo, pero eso no evitó que las cámaras rodaran, los drones volaran y las máscaras sagradas fueran enfocadas con luz perfecta. Ya no hay “explicación” que alcance. Lo que hay es improvisación.
Y aquí va el remate: ¿de verdad nadie en la Secretaría de Cultura sabía a dónde dejaron entrar a MrBeast? ¿No sabían el tamaño de su plataforma, su estilo, sus efectos, su forma de presentar el mundo? Porque si lo sabían y aún así le dieron paso libre, es negligencia. Y si no lo sabían… es todavía peor.
Ahora sí: MrBeast tiene a los mejores abogados del mundo digital, eso no es novedad. Lo verdaderamente trágico es que el INAH y la Secretaría de Cultura se quieren lavar las manos porque saben que la cagaron. Las declaraciones oficiales son solo propaganda para justificar el error después de que todo México vio cómo los chamaquearon. Los metió hasta la cocina, hizo el contenido que quiso y ni siquiera les dejó comisión. Les vendió la idea de “difundir cultura” y ellos se fueron de boca. Y como siempre: quieren sancionar, pero tarde; quieren parecer firmes, pero ya quedaron como ingenuos.
MrBeast no solo hizo su show. También dejó al descubierto la fragilidad institucional de un sistema que no está listo para la velocidad ni las reglas del ecosistema digital.
Lo más trágico es que se metieron a jugar en una cancha que no entienden. Y el youtuber más influyente del planeta los dejó bailando solos. Él blindado con abogados, contratos y edición. Ellos atrapados en comunicados que nadie cree. El resultado: otra vez, el patrimonio como espectáculo… y la cultura oficial como el hazmerreír
Fuentes consultadas
- El País (2025). ¿Cómo consiguió MrBeast permiso del INAH?
- La Jornada (2025). Anuncia Secretaría de Cultura sanciones
- Sin Embargo (2025). El INAH aclara que hubo supervisión El Universal (2025). Se autorizó grabación, no contenido final

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